TAPAR EL SOL CON UN DEDO
Eso es lo que no podemos, aunque lo intentemos. Vivimos en una sociedad flagelada, donde lo irónico se torna tan habitual y cotidiano, que hasta nos ufanamos de lo mal que andamos. Estamos parados frente al despeñadero y escuchamos los aplausos dirigidos a elevar a la categoría de “santos” a